Sobre el Bosque

Bienvenidos a esta nueva página, donde contaré historias que han pasado en el Bosque Encantado. Cuando veáis una entrada con una historia, la pondré aquí inmediatamente, así que tranquilos.



LA BIBLIOTECA DE JAZMÍN - 1ª parte

Jazmín era un hada que vivía en un sauce llorón, en el Bosque Encantado. Su madre siempre le había hablado de la Gran Biblioteca, que se encontraba en el corazón del Bosque, cerca del lago de las sirenas al que ningún hada había llegado nunca. Jazmín siempre había soñado con llegar, porque se contaba que en esa biblioteca estaban todos los libros del mundo, ordenados por orden alfabético. Por eso, decidió pedir a sus padres que la dejaran marchar a buscar la biblioteca el día de su 350 cumpleaños. Aunque era una jovencita, sus padres no tuvieron más remedio que aceptar, pues su hija estaba todo el día leyendo, a pesar de haber leído cada libro (unos 50 tenía en su habitación) 10 veces como mínimo. Así que al día siguiente de su fiesta, Jazmín partió. No llevó equipaje, ya que pensaba comer néctar de flores, un manjar para las hadas.
Sin embargo, al tercer día de viaje las flores se fueron transformando en zarzas, los sauces en árboles pelados y los insectos, hadas y animales, en silencio. Sólo se escuchaba de vez en cuando a algún cuervo graznar en las ramas más altas. "Cómo he podido hacer esto, tendría que haberme aguantado, quedarme en casa, buscarme otra actividad como pasear, coleccionar polen y jugar con las demás hadas". Pero descartó rápidamente la última idea, pues ella era un hada solitaria.
Así, lamentándose y mirando al suelo, dio media vuelta.
Pero un momento... Eso que olía... ¿Eran nenúfares?
Voló rápidamente siguiendo a su olfato hasta que encontró un lago en el que había... ¿Sirenas? Sí, por lo que había oído en los libros, eran sirenas. Cuando ellas vieron a Jazmín, la miraron de arriba a abajo con extrañeza, y luego le preguntaron:
-¿Quién... Qué eres?- Dijo una sirena  con pelo verde que estaba en el agua, apoyada en una roca.
-Soy un hada.- Contestó Jazmín, aún sorprendida. La verdad es que eran muy bellas.
-¿En serio?-Preguntó una sirena rubia con la cola plateada, sentada en la roca y con los ojos muy abiertos.-Nunca hemos visto un hada antes, ¿qué haces aquí?
-Habrá venido a vernos, a qué va a ser; todos los seres quieren vernos.- Contestó la tercera sirena, de pelo verdoso y la cola naranja dorada.
-En realidad- Replicó Jazmín, aún mirándolas, dirigiéndose a la tercera sirena.-he venido por la biblioteca. ¿Sabéis dónde está?
-¿No has venido a vernos? Vaya, qué raro. ¿Se lo decimos, Coral?
-Sí, ¿por qué no? Nosotras podremos decir que hemos visto un hada, ¡qué envidia les va a dar!- Exclamó la de la cola plateada.-Díselo, Marina.
-Tienes que montar en Alado, el Pegaso de la Cala de Cristal. Pero para esto tienes que venir debajo del agua. Ven aquí.-Dijo la primera sirena.
Jazmín obedeció y fue volando hasta la roca. Coral le quitó su corona de flores y la despedazó. La sirena de cola naranja la puso en una concha. Marina se sumergió y volvió con lo que parecía ser una caracola llena de agua de mar. La echó en la concha. Finalmente Coral se quitó con cuidado una escama de la cola y la añadió a la mezcla, y se la ofreció a Coral. Después de mirar el mejunje un minuto, se decidió y se lo bebió de un trago.
-Está bueno.-Dijo satisfecha.
-Ese brebaje te dejará respirar bajo el agua el tiempo suficiente para llegar a la cala de cristal. No desperdicies mi escama.-Explicó Marina, y acto seguido las tres sirenas se sumergieron bajo el agua y se alejaron en las profundidades. "Ni siquiera me han dicho en qué dirección tengo que ir", pensó Jazmín. Además, se había quedado con curiosidad por saber el nombre de la tercera sirena, la que parecía más arrogante. Mientras pensaba esto y deseaba que no la hubiesen engañado con lo del brebaje, tomó aire profundamente y, después de pensar en su deseo, en que estaba a punto de conseguirlo y que sería la primera hada en hacerlo, se sumergió.


LA BIBLIOTECA DE JAZMÍN - 2ª parte

Jazmín continuó buceando durante unos diez minutos. Se lamentó porque eso significaba que después no podría volar en un rato. "Es por la biblioteca", se repetía para darse ánimos y continuar por las oscuras aguas en la noche. Cuando empezó a faltarle el aire, a pesar de los efectos del brebaje, subió rápidamente a la superficie, y se encontró con que no era la única que estaba allí. Un precioso caballo alado surgió de las aguas de repente. "Ese debe de ser Alado", pensó Jazmín, "se supone que debo montarlo, pero ¿cómo?". Ni siquiera estaba segura de que supiera hablar, o algo parecido. Así que simplemente se acercó a él y le preguntó:
-¿Me llevarás hasta la biblioteca?- Por suerte, el caballo sí hablaba:
-¿Quién eres tú?
-Me llamo Jazmín, soy un hada.
-Has venido de muy lejos, querida, es sólo... ¿Para leer un libro?
-Sí señor... Digo Sr. Pegaso.
-Bah, puedes llamarme Alado. ¿Sabes que los libros no te los puedes llevar a casa, verdad?
-¿Por qué no? Es una biblioteca, por lo que he leído, se prestan libros.
-Exacto. Se prestan, por un plazo corto. Y sólo uno cada vez. A menos que vivas cerca de aquí, esta biblioteca no te servirá para nada.
-¿Puedo montar en ti para verla?
-Está bien, pero después no querrás irte.
Alado se agachó justo a tiempo para que Jazmín no se hundiera en las profundidades, incapaz de flotar más.
Cuando la tuvo en su lomo, agotada,  Emprendió el vuelo. El hada se quedó dormida, mientras sus alas, ahora empapadas y pesadas, se secaban con la brisa que levantaban las del pegaso.
Jazmín soñó con libros, sirenas y alas mojadas.
Cuando se despertó, aún seguían volando por encima de las nubes. Aun así, le pareció vislumbrar un palacio... ¿Un palacio? No, era más grande que un palacio. Eran... Como tres campos de Hadabol. Algo tan grande sólo podía ser...
-¡La Gran Biblioteca!
-Así es, Jazmín, hemos llegado.
Alado aterrizó grácilmente sobre el suave lecho de hierba que rodeaba a la biblioteca. Apenas tocaron tierra, Jazmín saltó del lomo del pegaso y voló como un hada del viento hacia la puerta de cinco metros de alto. Alado la alcanzó trotando y le dijo:
-Bienvenida a la Gran Biblioteca.
-¿Cómo entramos?
-Paciencia, so ansiosa.-Respondió Alado, con sonrisa irónica.
El pegaso colocó su ala izquierda en una huella exactamente igual que había en la puerta y ésta se abrió lentamente, emitiendo un chirrido tenebroso. "Menos mal que es de día", pensó Jazmín.
Entraron con cautela, y Jazmín se quedó con la boca abierta observando todos los libros del mundo colocados en esas miles de estanterías. Eligió una mesa y se puso inmediatamente a leer un libro titulado "Crónicas del mundo humano", en el que se hablaba de esos seres de los que las hadas debían esconderse.
Entonces pensó que tenía tres opciones: Una; volver a casa y olvidarse de aquella biblioteca. Dos; venir todos los días y recorrer ese largo camino. Tres... Quedarse allí.
No tuvo que pensarlo mucho. Envió un soplo de polvo de hada para avisar a sus padres de que se quedaba a vivir en un roble que había a un kilómetro de la Gran Biblioteca. Ellos le contestaron que era muy joven, pero les dijo que no sería feliz allí.
Y así, Jazmín vivió feliz pasando el resto de sus días en aquella biblioteca, descubriendo mundos que ni montada en el Alado con más energía podría haber visitado.


FIN


LA BRUJA HERMOSA

Aedali es una bruja. Y diréis "pero yo no quiero una historia sobre una bruja fea y mala. Qué va, qué va, Aedali es una bruja hermosa, muy hermosa. Vive en el Bosque Encantado, su casa es un libro viejo de la Gran Biblioteca. No podemos decir el título, no ha querido que lo sepáis todos, vosotros no querríais dar vuestra dirección al mundo, ¿verdad?
Bueno, Aedali es muy hermosa, pero es mala. Sí, a ver, ¿qué esperabais? las cosas bellas no tienen que ser siempre bondadosas, las apariencias engañan.
Nuestra bruja se levantó como cada noche a medianoche menos un minuto, ya que tenía que vestirse rápidamente para poder salir a las doce en punto. Iba a salir por la puerta, cuando:
"Ups, mi escoba". Aedali era también muy despistada. Así que voló y voló hasta llegar al bosque, donde los valientes osaban entrar a medianoche, la bruja tenía el  trabajo de espantar a los humanos del Bosque Encantado. Sin embargo, el el último mes sólo había encontrado a un anciano perdido, al que mató del susto.
Pero como era una bruja, no sintió pena.
Al cabo de tres horas vigilando desde el cielo, vislumbró algo. Aterrizó y ahí estaba.
Una chica.
¿Era humana? Sí, lo era, o al menos eso creía Aedali.
Pero eso no era todo: la niña se recostaba sobre un unicornio, y tenía una calabaza en la mano. Además se parecía a ella. O al menos tenía el mismo pelo negro y la misma tez pálida. "¿Qué hago? ¿La asusto? Claro, ese es mi trabajo".
Así que se plantó delante de la niña en una nube de humo negro y dijo:
-¿Cóomo oosas adentraaaarte en el Boosque Encantaaadoooooo?
-Me he ido de casa.
-Veeete de aquí o las consecueeencias serán terribleeeeees...
-No puedo, me he escapado.
"¿Pero cómo no se asusta?" Aedali se empezó a preocupar, pero no por no asustarla, sino por otra cosa... Sentía un sentimiento que nunca antes había experimentado: compasión.
-¿Cómo te llamas?
-Shannon.
-¿Y dónde está tu casa?
-En los confines del bosque, en un campo de calabazas.
Bueno, al menos las calabazas ya tenían explicación.
-¿Y el unicornio?
-Me desmayé de tanto correr y él me trajo hasta aquí. Dijo que Aedali me ayudaría.
"¿Cómo?"
-Yo soy Aedali, ¿y por qué iba a ayudarte? Soy una bruja.
-No lo pareces. Eres hermosa y amable.- La cosa se complicaba, "¿Yo, amable?"
-Pues vuelve ahora mismo a tu casa, ¿por qué te has escapado?
-Maté a mi madre.
-¿Qué?
-Me enfadé con ella, porque me había prohibido ir a la ciudad. Tuve que quedarme en el campo, a vivir aislada desde mi nacimiento. Así que pensé que si no hubiese tenido madre, podría hacer lo que quisiese. Esa misma noche, un árbol la aplastó. Estoy segura de que fue por mi culpa, por mi deseo.
-¿Y tu padre?
-Murió. Cuando yo era pequeña. Ya basta de interrogatorio, ¿no?
-Está bien. Dile al unicornio que te lleve a la Gran Biblioteca, al libro "(nombre suprimido a petición de Aedali)".
-Vale.
Mientras Shannon viajaba a su casa y Aedali se dirigía a la antigua casa de la chica, se preguntaba a qué había venido su inesperada hospitalidad. "Es la niña" pensó, "es Osselia".
Osselia era la hermana gemela de Aedali; cuando ambas eran pequeñas, Osselia se alejó demasiado en su primera excursión al bosque y debió de acabar en la casita de los confines. A eso se debía la eficacia de su deseo: también era bruja. Así que, en cuanto llegó al huerto y vio que, efectivamente, la casa también había desaparecido, seguramente a petición de Shannon, digo, Osselia, sus pensamientos se vieron confirmados y volvió a su libro. Cuando vio allí a su hermana, probándose sus vestidos, y reconoció en su mirada el recuerdo de lo sucedido, ambas se fundieron en un largo abrazo, que terminó con lágrimas de parte de Aedali.
Y así se convirtieron las dos en brujas hermosas y bondadosas que rondaban el bosque a las doce menos un minuto, ayudando a los perdidos a volver a casa.

FIN

4 comentarios:

  1. Qué bonito nunca lo había leído ¿lo has hecho tú?

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    1. Sí los escribí yo, me alegro de que te hayan gustado :D

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    2. noooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooop

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  2. Hola, te he nominado a un premio de arte en mi blog!! Espero que te guste, muchos saludos y besos!!

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Deja tu huella en este bosque, que las hadas sepan que has llegado y te saluden al pasar ;)
Por cierto, no te preocupes. Aquí no te pedimos que escribas las letritas raras de verificación ^^

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